El 1 de abril de 2003, en el 1350 de amplitud modulada, inició transmisiones una emisora peculiar, única en su género: La Radio de los Ciudadanos. Con apenas 5 mil watts de potencia y en la frecuencia que durante años fue utilizada para dar la “hora exacta” se inauguró un capítulo en la historia de la participación ciudadana en los medios de comunicación mexicanos; un capítulo que había comenzado en agosto de 2002, cuando la XEQK, por un día, dejó la relatoría de las manecillas para transmitir el Festival de Medios Comunitarios y Ciudadanos organizado por la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, AMARC. Dos años antes, se había abierto la esperanza, tanto en la comunidad académica como en la sociedad civil organizada, de que se diera un cambio importante en la política de comunicación del país. El milenio había iniciado para México con la transición política en la Presidencia de la República, cuyo cargo sería ejercido por la oposición después de más de setenta años de predominio del Partido Revolucionario Institucional. Esta ventana de oportunidad podía significar el que por fin se promulgara una nueva Ley de medios, pues el país se regía por la Ley Federal de Radio y Televisión que databa de 1960. Era urgente poner límites a la propiedad, ya que la concentración era muy alta y las concesiones de radio y televisión se encontraban en unas cuentas manos.